Extendiendo la Doctrina Apostolica

miércoles, 29 de junio de 2011

Plan de Salvación

La Llenura del Espíritu Santo



"Nicodemo tenía que nacer otra vez: del Espíritu: "... te es necesario nacer del Espíritu", porque: "Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es" (Jn.3:6).

Esto es sumamente importante saberlo y tenerlo bien en cuenta, pues, la Biblia lo enseña claramente. El nuevo nacimiento sólo se realiza por la obra poderosa del Espíritu Santo cuando viene a la vida de una persona convertida, y lo bautiza, y lo hace una completa nueva criatura. ¡Esa obra no es posible a menos que el Espíritu Santo venga sobre la persona!

El bautismo con el Espíritu Santo significa la Presencia de Dios mismo dentro de la vida del creyente. No debemos dar lugar al conformismo, que es una argucia de Satanás para hacer que los creyentes no se preocupen por buscar en oración la promesa del Espíritu Santo, apoyándose sobre la falsa base de algunos cambios de conducta, de comportamiento, de actitudes que se hayan experimentado, los cuales sólo están probando que se ha dado una conversión, que es obra del Espíritu Santo, Quien actúa sobre la vida del individuo con Su poder para hacerlo apto para el Bautismo con el Espíritu; pero esa obra que opera tales cambios no es la totalidad de lo que Dios quiere hacer con una persona que cree en Él. ¡Dios quiere también hacerlo Su templo, Su habitación o morada!

Es clara la Escritura al decirnos que: "... para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos, y para todos los que están lejos; para cuantos el Señor nuestro Dios llamare." (Hch.2:39).

La obra del Espíritu Santo en el individuo se realiza en tres fases:

a.   Al llamarlo al reino, lo convence "de pecado, de justicia, y de juicio" (Jn.16:9‑11). Esto se cumple cuando el Espíritu Santo obra convenciendo a la persona por la predicación del Evangelio, a través del cual lo mueve al arrepentimiento y a la conversión, que es cuando se operan los cambios fundamentales de la vida y carácter del nuevo creyente, y luego lo conduce a la obediencia del bautismo en agua en el Nombre de Jesucristo para perdón de los pecados, haciéndolo apto para recibir el Bautismo del Espíritu Santo, hablando en otras lenguas como señal de esa experiencia gloriosa, que podemos calificar como la culminación, o mejor la cima, de esa obra iniciada con el llamamiento, arrepentimiento y bautismo en agua.

b.   De ahí en adelante, el Espíritu  Santo  continúa Su obra desde dentro de la vida, del corazón del creyente, guiándolo, dotándolo de poder. Esta es una fase de perfeccionamiento del creyente. En Jn.16:13, leemos: "... cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad..."; y en Hch.1:8, "pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo..." Eso es el Bautismo con el Espíritu Santo: recibir el Espíritu Santo.

c.    En esta tercera fase el Espíritu Santo permanece en el creyente. "... y estará en vosotros." (Jn.14:17). ¡Eso es lo que entendemos por la llenura del Espíritu! El Bautismo con el Espíritu Santo ocurre una sola vez; pero la llenura ‑ser llenos con el Espíritu Santo‑ es algo de diaria ocurrencia y sólo es posible si Él permanece en nosotros, con nosotros, y sobre nosotros.

¡Cómo y cuánto necesitamos al Espíritu Santo de Dios! ¡Recibir el Espíritu Santo!"

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