Extendiendo la Doctrina Apostolica

viernes, 20 de septiembre de 2013

Paz de Cristo a todos nuestros hermanos que nos visitan en nuestro blog. Los invitamos a que siempre estén pendiente de nuestros estudios bíblicos, que serán de bendición para nuestro caminar en el Señor.

domingo, 28 de agosto de 2011

LA DIVINIDAD DE JESUCRISTO

TEXTO MEMORIAL: "Mirad que nadie os engañe por medio de filosofías y huacas sutilezas, según las tradiciones de los hombres, conforme a los rudimentos del mundo, y no según Cristo.  Porque en él habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad, y vosotros estáis completos en él que es la cabeza de todo principado y potestad" (Col. 2:8-10)

INTRODUCCIÓN: Desde los tiempos muy tempranos del cristianismo existe una polémica teológica en la que se discute si en Jesús estaba la plenitud de la divinidad, o Jesús es parte de la divinidad. Esas diferencias que en el pasado causaron mucha discusión en la iglesia, y continúan hoy día,, solo que sin el apasionamiento de aquellos tiempos, cuando se llegó al extremo de que unos cristianos perseguían a otros por esas diferencias de tipo doctrinal.  Para nuestro estudio hemos creído conveniente tomar como base las declaraciones que sobre este tema hizo el Apóstol Pablo en la Carta a los Colosenses: "Por tanto, de la manera que habéis recibido al Señor Jesucristo, andad en él; arraigados y sobreedificados en él, y confirmados en la fe, así como habéis sido enseñados, abundando en acciones de gracias. Mirad que nadie os engañe por medio de filosofías y huecas sutilezas, según las tradiciones de los hombres, conforme a los rudimentos del mundo y no según Cristo. Porque en él habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad, y vosotros estáis completos en él, que es la cabeza de todo principado y potestad" (Col. 2:6-10). En la epístola a los colosenses, Pablo trataba de corregir las doctrinas falsas introducidas en ea iglesia por los judaizantes, por una parte; por otra parte, los gnósticos deseaban que las filosofías griegas formaran parte de la fe de estos creyentes; pero también Pablo estaba interesado en corregir las doctrinas que producían contienda entre unos y otros.

Pareciera que en esta iglesia se había caído en una combinación de religiones griegas, judías y orientales.  Había una especie de culto del alto pensamiento griego que exigía la adoración de ángeles, pues se les consideraba intermedios entre Dios y los hombres (2:10). También en esta iglesia algunos insistían en el cumplimiento de ciertos requisitos judaicos, llegando casi hasta el extremo del ascetismo; y todo eso lo presentaban como parte del evangelio de Cristo. Contra toda esa acumulación de elementos doctrinales nocivos, que bien se pudieran catalogar como heréticos, en la epístola a los colosenses Pablo se esfuerza por enseñar a los fieles la sana doctrina, y en ésta da los criterios suficientes para que puedan diferenciar entre lo correcto e incorrecto.  De una manera terminante el apóstol afirma que gracias a que en Cristo habita la plenitud de la divinidad, ellos están completos, ya que él es la cabeza de todo principado y potestad.  Con todo lo anterior, Pablo estaba diciendo que Jesucristo es Dios encarnado y que en él están todos los atributos de la Deidad, pues la divinidad habitaba corporalmente en Cristo en forma real.

I. LA PERSONALIDAD DE CRISTO

hemos de tener en cuenta que muchos creyentes en todo tiempo han caído en errores sobre la manera en que conciben la personalidad de Dios; la principal razón de esto es por no fijarse bien en lo que las Escrituras hablan de él. Comprendemos que siempre habrá una parte de ese misterio que sólo Dios conoce, y que el mismo Cristo ya lo dijo: "Todas las cosas me fueron entregadas por mi Padre; y nadie conoce quién es el Hijo sino el Padre; ni quién es el Padre, sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo lo quiera revelar" (Lc. 10:22)  De cualquier manera, la anterior declaración no nos exime de tratar de explicar todo aquello que ya ha sido revelado en la palabra de Dios y que bien podría resumirse de la siguiente forma: En Dios hay tres grandes manifestaciones principales: Padre, Hijo y Espíritu Santo, pero estas tres manifestaciones no son tres partes de Dios. Es un solo ser manifestado de tres maneras principales.

Cristo es el Señor y el Dios nuestro.  Muchos han subrayado Su Divinidad a expensas de Su humanidad dándole a esta última un segundo lugar en la divinidad, esto es un error. Es necesario, además, evitar a toda costa la idea de que Jesús es una parte de Dios y tratar de separar al hombre de Dios; sobre lo anterior, Pablo escribió: "...porque en él (en Jesús) habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad" (Col 2:9, Ro. 9:5 y 1o. Jn. 5:20). En otras palabras, en Jesús habitó todo Dios.

II. DECLARACIONES DE JESÚS MISMO


Nótese entre otras muchas, las siguientes declaraciones de Jesús: "Antes que Abraham fuese, yo soy" (Jn. 8:58) "Yo y el Padre uno somos" (Jn 10:30) "El que me ha visto a mí ha visto al Padre" (Jn. 14:9)

Los judíos al oír decir a Jesús que él era antes que Abraham, entendieron que decía haber sido contemporáneo de Abraham, y por esa razón le respondieron: "Aún no tienes cincuenta años, ¿Y has visto a Abraham?" A esto replicó Jesús con una de Sus solemnes declaraciones: "De cierto, de cierto os digo: Antes que Abraham fuese, Yo Soy". Aquí Jesús expresa Su propia eternidad como Dios. En esta afirmación notamos dos cosas muy importantes: Primero, el cambio del verbo, cuando habla de Abraham, se habla en tiempo pasado, por lo que había de esperarse que Jesús dijera: Antes de que Abraham llegase a ser, Yo era; pero Jesús no dice así, sino que hablando en presente dice: "Yo Soy" lo que establece un claro paralelismo con Éxodo 3:14 por el tiempo del verbo y la referencia implícita al "Yo Soy" en segundo lugar, los judíos no pudieron pasar desapercibidamente lo que escuchaban y le acusaron de blasfemia, por hacerse igual a Dios. (Jn. 5:18; 10:33; 19:7).

Lo que los judíos no entendieron es que Jesús no se hizo pasar como igual a Dios, Jesús era Dios mismo ante la presencia de ellos, hecho carne.  En cuanto a la segunda afirmación (Yo y el Padre uno somos), note que Jesús no le da el primer lugar al Padre como si existiera como persona.  Si hubiera otra persona en la divinidad, primero que Jesús, él nunca habría cometido el error de decir "YO" en primer lugar; hubiera mencionado en este caso primero al "Padre", pero como él sabía perfectamente que él es Dios y fuera de él no hay otro, no dudó en poner en primer lugar el "Yo". Creemos verdaderamente que si Jesús hubiera sabido  que el Padre era otra persona, él hubiera dicho: "El Padre y Yo..."; pero no fue así.

Jesús había dicho en el templo a los judíos estando presentes los apóstoles: "Si a mí me conocieseis también a mi Padre conoceríais"  (Jn 8:19). Al oír Felipe esta misma frase de Jesús en su despedida (Jn. 14:7, 11), siente curiosidad por saber más acerca del Padre y obtener un conocimiento más amplio acerca de él. Le dijo a Jesús: "Señor, muéstranos al Padre y nos basta" (vs. 8). Como diciendo: "Eso es lo que deseamos todos nosotros, y con eso nos es suficiente." Algunos dicen que quizá lo que esperaba Felipe era que Jesús le mostrara una teofanía o un rayo de luz con el que ellos pudieran asombrarse y llenarse de gozo, y darle la gloria al Padre y satisfacerse a sí mismo por un momento; pero la respuesta de Jesús lo sorprendió: "¿Tanto tiempo hace que estoy con vosotros, y no me has conocido, Felipe? El que me ha visto a mí, ha visto al Padre; ¿Cómo pues, dices tú muéstranos al Padre?" (vs. 9) Hay una verdad que está muy clara: Jesús se preocupó porque la gente viera en él las maravillas de Dios, y que a través de ese ministerio ellos experimentaran la misma presencia de Dios, es decir que se convencieran que él mismo era Dios. Cristo en repetidas ocasiones les dijo: "No me vean a mí, las cosas que yo hago de mí mismo." Jesús deseaba que la gente y Sus discípulos no pusieran los ojos en Su figura, lo que él deseaba era que vieran en él la misma presencia de Dios.

Algunos se aferraron a ver en Jesús su gran libertador político; otros lo vieron como un gran maestro; otros como un profeta; otros como otro Dios, o como un segundo cerebro de Dios, o la segunda persona de Dios, como también hicieron imágenes de su persona física para adorarle.

Con todo esto podemos dar dos razones por las cuales debemos entender que Jesús y el Padre son uno (Jn 10:30), al grado de que Jesús podía decir: "Yo Soy" en el Padre, el Padre en mí (Jn 14:10). La primera razón la encontramos en las mismas palabras de Jesús (Jn. 14:9-10). El decía que las palabras que él les hablaba no eran suyas, sino del Padre que le envió (Jn. 12:49,50). La segunda razón, es por las obras que Jesús hacía, él les decía: "Estas obras fueron efectuadas por el Padre que mora en mi" (Jn 14:10). Es así como las obras de Jesús y Sus palabras nos ayudan a creer y ver en Cristo al único Dios.

CONCLUSIÓN: Si estudiamos las Sagradas Escrituras con mucha devoción y cuidado bajo la guianza del Espíritu Santo, encontraremos claramente la presentación de único Dios que ha sido manifestado físicamente a través de Jesucristo. Por el contrario, para el que no es investigador, se expone a ser engañado por medio de filosofías y huecas sutilezas desobedeciendo así la alta encomienda que Cristo mismo nos dejo en cuanto a conocerlo a él mejor, "escudriñad las Escrituras..." Jesucristo nos comprueba que él y el Padre son uno, Pablo lo investigó, lo comprobó y nos lo presenta; ahora nos toca a nosotros como Iglesia hacer nuestra labor.